Hoy conmemoramos el día internacional de la Mujer Trabajadora “8 M” una jornada para rendir homenaje a todas las valientes que han luchado a través de los tiempos por conseguir que realmente se nos vea por lo que somos y valemos.
«Como individua he contribuido a ese cambio», un cambio que para los/as más jóvenes parece imposible de creer. Las mujeres de mi generación no lo tuvimos nada fácil, sobre todo para aquellas que nacimos en el medio rural donde la ignorancia era más acusada y las tradiciones conservadoras estaban muy arraigadas.
Sin embargo, ya desde muy niña me revelé a creerme qué por ser mujer tenía menos valía que mis compañeros, amigos varones, cosa que me costó más de un disgusto y decepción. En ocasiones deseaba ser como muchas de ellas, no todas, “serviles y conformistas” pero aun así mi carácter indomable reclamaba un cambio. Sobre todo reclamaba reconocimiento.
No os imagináis las cosas que tuve que hacer a escondidas, entre ellas estudiar, leer cada cosa que caía en mis manos, había en mí una necesidad imperiosa por aprender, crecer como persona, como individua. Sentía que nadaba contra corriente, nadie me entendía, por lo menos eso es lo que yo pensaba. A veces creía que era un extraterrestre que por error había aterrizado en la tierra.
Mi madre lo fue antes que yo, una mujer inteligente que le tocó vivir en un tiempo equivocado
y que ha pagado con la salud todas las frustraciones, sentimientos retenidos y ahogados en su interior (ahora vive con demencia) Ella fue una gran superviviente en un entorno muy limitado en el que si tenías otras aspiraciones fuera de lo correctamente aceptado era una persona señalada y criticada; el único pecado era ser diferente por tener iniciativas propias, no conformarte con lo establecido en una sociedad muy machista.
Me casé muy joven, tuve a mis hijos, mi mayor tesoro. Les eduqué en igualdad, ahora ya son adultos y ambos son libres, esa fue mi obra, incúlcales valores crear personas. También tuvieron la oportunidad de hacer aquello que deseaban, estudiaron fuera, viajaron a otros países y se formaron en las mejores universidades; nada tiene que ver con lo que su madre vivió. A día de hoy no veo diferencia entre los dos, hombre y mujer, eso me hace feliz.
Por mi parte, me divorcié y me volví a enamorar, he pasado un cáncer, he perdido un ser muy querido, y he ayudado a que almas atrapadas subieran a la luz. Estoy sacando adelante una empresa, entre otras cosas importantes.
A día de hoy me considero una persona feliz y realizada, pero sobre todo preparada para nuevos retos que sé que vendrán.
Como dice mi madre en su demencia, “eso es vivir”
FELIZ DIA DE LA MUJER TRABAJADORA